El tiempo se ha parado, es la hora de matear

Después 6000 kilómetros, pasamos la frontera con Uruguay y paramos en la pequeña ciudad de Fray Bentos, donde alojamos una noche en un centro deportivo. Siguiendo las lluvias de las últimas semanas, el rio Uruguay ha crecido de una manera impresionante.

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Unos kilómetros más lejos, en la ciudad de Mercedes, las inundaciones son impresionantes. Los asientos están casi totalmente bajo el agua. Pequeñas lanchas reemplazan los coches para los habitantes que ya no pueden salir de sus casas sin tener los pies en el agua. La situación actual nos obliga a cambiar de itinerario y decidimos ir hasta Dolores.

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La cosa la más propia a Uruguay es sin ninguna duda el mate. De coche, caminando en la calle o mismo manejando una moto, el uruguayo se prepara un mate. Aquí, se toma el tiempo de vivir y de convivir: Desde de las 13 hasta el inicio de la noche, la actividad en la ciudad es de repente parada. En la calle, grupos de personas están sentados y conversan con una tasa y un termo en la mano. El tiempo se ha parado.

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Uruguay es también el país soñado para los ciclistas aprobado. Tenemos la sensación de pedalear sobre un columpio. Nunca paran Las cuestas y las bajadas. Los cambios de ritmos son perpetúales y nos cansan mucho. Afortunadamente, las tortas (tipo de pastel rellenos con varios ingredientes) nos permiten tener energía.

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Poco a poco nos acercamos de nuestro objetivo de reportaje en Uruguay : entrevistar a un presidente distinto de los demás, Pepe Mujica.

Es en la casa de Gabi, a 13 kilómetros del centro de Montevideo, que armamos nuestra carpa. Su casa se llama “interior profundo” y está abierta a todos los ciclistas o viajeros a bicicleta. En la puerta de entrada, se puede leer “la propiedad privada es una mentira”. Gabi, representante activa de la masa crítica (ver explicaciones más abajo) de Montevideo, es una madre con mucha energía, quien ha decidido vivir sin plata o con lo menos posible. Y le resulta bastante bien! el sábado, se va al mercado y vuelve con una caja llena de verduras y frutas “inválidos” para el consumo.

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El día siguiendo nuestra llegada, nos levantamos temprano, esperando llegar a la casa de Pepe antes que se vaya. Cuando llegamos a la entrada, se escapa con su coche antiguo. A primera vista, no parecía de muy buen humor, lo que nos confirman los dos porteros. Al cambio, ellos nos reciben con sonrisa. Estos nos invitan a esperar un poco, mencionándonos que no va a tardar a volver. Después de diez minutos, está de vuelta. Al inicio, estuvo muy enojado de nuestra presencia y nos propone de sacar una foto e irnos. Julien le dice tal cual “no me importa sacar una foto con usted, no estamos aquí por eso”. Al escuchar esta frase, empieza a cambiar de comportamiento. Entra en la casita de su guardia y nos dice de seguirlo. Entramos y acepta de repente hablar con nosotros. Seguimos charlando durante más de una hora y es un personaje bien amable quien nos confía una parte de su historia, de su pensamiento político et de sus cinco años como presidente del Uruguay. Este hombre, no hemos querido encontrarlo por su fama mediática sino por el fondo de su ideología. Un presidente como Pepe, solo hay uno: Vivir sencillamente, no aceptar un sueldo exagerado, gobernar sin jamás dominar y más que todo cuidar lo que nos permite permanecer, el medio ambiente.

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¿En qué consiste la Masa crítica? Es un encuentro de ciclistas dando la vuelta por toda la ciudad, gritando con alegría “viva la bicicleta” o “Amo a la bicicleta”. El objetivo: Promover el uso de la bici en la ciudad. La sensación tener la ruta para su mismo en una metrópoli es algo agradable. 60 kilómetros a través la ciudad, pasando por los monumentos históricos y los mejores puntos. Bastante bueno para un bautismo de Montevideo.

Antes irnos, pasamos por el taller de Pablo, dueño de Sapo Bike. Cambiamos unas partes en la bici y Pablo nos ofrece la mano de obra. Le agradecemos también por sus buenos consejos en cuanto al mantenimiento de la bici.

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Después estas peripecias, seguimos nuestro camino hasta Punta del Este. Esta ciudad al estilo burgués que podríamos comparar con Saint-Tropez en Francia: Todo es muy limpio, el puerto tiene un montón de grandes botes y hay restaurantes de lujo a cada esquina. Como nuestro presupuesto no nos permite tanto lujo, nos dirigimos al puerto, donde numerosos pescadores están armando las redes para la pesca nocturna. Uno de ellos se acerca, empezamos a conversar y este nos propone irnos a pescar. Es sin ninguna duda que aceptamos la aventura. El atardecer se acompaña del frio de las noches de la primavera uruguaya. Es vestido con nuestras chamaras que esperamos la salida de los pescadores.

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Son la 19, es la hora. Los pescadores y nosotros mismo ponemos las bicis en la bodega del barco, cuando de repente… La radio emite un sonido: “hay cargamentos sospechosos al fondo del muelle”. Los pescadores en alerta, sacan con mucha prisa las bicicletas. Uno de ellos nos explica que está prohibido llevar personas en el barco y que la guardia portuaria nos ha pillado. Esperamos un poco, pero la situación no se mejora. Después una media hora de esperanza, y analizando los riesgos, la misión pesca se cancela. Condenado a volver a pedalear en plena noche, intentamos encontrar un lugar para pasar la noche. Terminamos a unos kilómetros, en un muelle de madera, frente al mar y al nuevo hotel de Donald Trump (Genial ^^)

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El cemento deja lugar al camino de tierra. La natura vuelve a tomar sus derechos y estamos feliz tocarla de nuevo. Después haber afrentado los primeros caminos arenosos desde el inicio de nuestro viaje, la laguna la Rocha nos aparece.

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Algunos kilómetros antes de la frontera con Brasil, decidimos parar al Cabo Polonio, donde tenemos la suerte cruzar el camino del zapito de Darwin, especie en peligro.

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Últimos metros en Uruguay, es con un polar que pasamos la frontera.

Bem-vindo ao Brasil